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27 dic 2011

Nuevo informe del ministerio de salud sobre las medicinas naturales.


Ha salido otro informe de Sanidad sobre terapias naturales que otra vez cuestiona su eficacia, relegándolas al terreno del puro efecto placebo. Otra vez las tumba y las denigra. No me sorprende este enésimo ataque a las medicinas que no son oficiales, dado que es la tónica general en este asunto. Los intereses de las farmacéuticas que no quieren perder su negocio millonario junto al dogmatismo de la ciencia crean un tándem que es casi imposible de cuestionar, sobre todo en un país como España donde las multinacionales han extendido sus garras en los parlamentos. En este sentido, basta con recordar la presión que ejerce Monsanto para cultivar su basura transgénica a través de los contactos que tiene entre los políticos.
No me extraña por lo tanto que otra vez se intente deascreditar aquellos métodos de sanación que escapan al control de la industria y que son naturales. Lo que me extraña en cambio el descaro y la falta de rigor con el cual se presentan los informes que censuran lo natural y alaban lo artificial; de hecho el estudio de Sanidad recoge 139 técnicas distintas y sobre la mayor parte de ellas no se ha hecho estudio alguno.
No importa si otros países que se toman a ejemplo para otros temas, me refiero a Alemania, ofrecen tratamientos homeopáticos con la Seguridad Social; no importa si algunos métodos como la acupuntura forman parte de medicinas muchos más antiguas de la alopática; no importa si los medicamentos químicos son antinaturales, tienen unos efectos secundarios desastrosos y hasta provocan la muerte; no importa si la industria farmacéutica es una mafia que mata miles de personas en sus ensayos médicos. Todo esto y mucho más a los paladinos de la ciencia y de la medicina oficial no les importa. Para ellos los éxitos de las medicinas naturales se deben únicamente al efecto placebo; me pregunto entonces por qué no se dedican a estudiar a fondo el efecto placebo, quizás sea la panacea frente a muchas enfermedades. Claramente no lo hacen porque verían que las medicinas naturales son efectivas más allá del efecto placebo, lo que haría caer su castillo de naipes.

Los más avanzados de entre estos nuevos inquisidores son algunos médicos, como Miquel Vilardell presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, que aceptan determinadas medicinas naturales siempre y cuando se apliquen bajo la supervisión médica, es decir siempre y cuando la indiscutible dictadura médica ejerza el control. Está claro que, como noveles monarcas absolutos, no quieren perder el poder sobre la salud de la gente.
Los más intolerantes en cambio van mucho más allá y organizan verdaderas cruzadas en nombre del rigor científico. No entro en discusiones sobre el presunto rigor científico y me limito a subrayar el carácter dogmático, impositivo, liberticida y dictatorial de estos personajes como el señor Fernando Frías vicepresidente del Círculo Escéptico. Paradójicamente, no obstante se presente como una organización científica delante del público y de los media, el Círculo Escéptico está registrado en el registro nacional de asociaciones en el epígrafe de  actividades artísticas y humanísticas. El estatus de su pretendido rigor científico es el mismo que podría tener una asociación cuyos miembros se reúnen para hacer ganchillo.
Este señor encabeza una moderna cruzada inquisidora y dictatorial en contra de las medicinas naturales y en nombre del pensamiento crítico sin ser, por otro lado, un científico. Me parece que lo mueven intereses más bien de fama personal y de dinero que de ética científica.
Su intolerancia, falta de apertura mental y dogmatismo se quedan retratados cuando por ejemplo se opone a que la formación y la investigación sobre las terapias naturales se realicen en los campus universitarios. La Universidad no puede legitimar estas disciplinas pseudocientíficas basadas en creencias y supersticiones. Va en contra de los fundamentos de esta institución, que debe promover el pensamiento crítico, afirma el nuevo y autoproclamado censor. Le ha faltado decir que habría que quemar en la hoguera  a estos brujos que practican magia potagia. ¿Con qué autoridad moral y científica y con qué preparación lo afirma? ¿Quién establece que la universidad debería promover el pensamiento crítico? ¿No debería promover el pensamiento a secas?
Cuánta ignorancia destila al decir que medicinas que tienen una tradición de miles de años se basan en creencias y supersticiones solo porque su amado rigor científico no es capaz de entender cómo funcionan.
Este inquisidor hasta promueve por internet la suspensión de seminarios universitarios que a él no le parecen críticos, seminarios que no son obligatorios y a los cuales los estudiantes se apuntan por su propia voluntad, sin alguna presión y pagando de su bolsillo. ¿Dónde está el problema? Nadie obliga a participar en estos seminarios. La actitud de estos censores es claramente fascista.
En épocas no muy remotas hemos asistido a verdaderos crímenes inquisitorios en nombre de los dogmatismos; en épocas recientes los fascismos han llevado a conocidos males, así que cuando hablan ciertos personajes como el señor Frías y encima se le da espacio en los medios se me pone la piel de gallina.

¿No sería hora de dejar libre la gente de decidir libremente sobre su propia salud? ¿No sería hora que el Ministerio de Salud se desvinculara de la dictadura de la medicina alopática y de las farmacéuticas? Ah, claro, esto liberaría a los ciudadanos de las imposiciones medico-científicas; los haría un poco más libres y por lo visto ni al ministerio de Salud, ni a los varios frías esto les interesa….


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