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22 dic 2011

Pedro Martínez, el derecho a una muerte digna.

Cuando ya no puedes valerte por ti mismo no es una vida digna.

No se trata de morir con dignidad. Se trata de vivir con dignidad hasta el final, llevando el control de lo que se hace.

No quiero morir ahogado. Ya me ha pasado varias veces que la comida se me ha ido hacia los pulmones. Además, me cuesta mucho masticar. Tengo que pasarlo todo con mucho líquido, y eso es más peligroso

No quiero que me sonden ni que me pongan un respirador. ¿Para qué? ¿Para durar tres meses en vez de dos? Lo que quiero es acabar tranquilo y dejar de sufrir.

Pedro Martinez en una entrevista a El País


En una sociedad libre y democrática el derecho a morir dignamente, igual que el derecho a vivir dignamente, debería ser una opción de libertad personal garantizada por leyes estatales. Sin embargo, sobre todo a causa de las presiones del lobby religioso, la eutanasia igual que la ayuda necesaria al suicidio están criminalizadas y legalmente penalizadas como si de homicidio se tratara. Aún estamos lejos de tener unos estados laicos e independientes de los fundamentalismos religiosos.
Bajo la excusa de que Dios es el único dueño de la vida de los hombres, los diferentes credos religiosos muestran su lado más intolerante y dictatorial cuando se niegan a aceptar que haya personas que quieren tener el derecho de disponer legalmente de su propia vida y muerte con la práctica de la eutanasia.
Si a esta imposición religiosa le sumamos la negativa de la clase médica cuya única obsesión parece ser el demostrar que su medicina antinatural alarga exitosamente la vida, el panorama que se nos dibuja es francamente desalentador para aquellos que reivindican la libertad de decidir de su propio ciclo vital.
Personalmente estoy convencido de que el estado ha de ser laico, rehuyendo toda forma de injerencia religiosa en sus leyes que deberían garantizar la libertad de la totalidad de los ciudadanos. Sin embargo hoy en día en Europa estamos muy lejos de esta visión laica; el Vaticano, el lobby judío y las demás religiones protestantes, por no hablar del cada vez más presente islamismo, tienen demasiada influencia en los políticos a la hora de legislar. No existe independencia por parte de los estados y la religión está demasiado presente en los palacios de poder; de hecho es un poder más entre los poderes.

Por eso hoy no puedo hacer otra cosa que alegrarme por el desenlace de la historia personal de Pedro Martínez, un joven que padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que paraliza primero las extremidades y se acerca luego al tórax paralizando los músculos necesarios para tragar o respirar. No se conocen las causas de la ELA, no hay tratamiento alguno por parte de la todopoderosa medicina y la esperanza de vida no supera mediamente los tres años desde el diagnóstico.
Pedro decidió poner fin a su existencia con extrema lucidez cuando ya se encontraba en un estadio de la enfermedad que le impedía vivir dignamente su día a día y lo consiguió gracias a su determinación y a la ayuda de la asociación Derecho a morir dignamente. Consiguió a sus 34 años salir de lo que consideraba una cárcel, consiguió la sedación terminal que le proporcionó aquella libertad que las leyes no le permitían ni le permiten a todas las personas que sufren situaciones degradantes. Consiguió morir. Puso fin a su sufrimiento rodeado de su novia, de su familia, de los amigos y de su perro. Organizó una fiesta, se despidió, se fue y desde este blog quiero darle la enhorabuena.
Enhorabuena Pedro, espero y deseo que tu gesto sirva para que esta sociedad hipócrita que se cree tan avanzada deje por fin de lado los fundamentalismos de asociaciones religiosas fascistas que atentan contra la dignidad de la vida. Sé que has encontrado la paz.
Enhorabuena Pedro, estés donde estés.


 


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