Me había prometido a mi mismo
no volver a escribir sobre la crisis y los tejemanejes neoliberales para
someter Europa, pero hoy haré una pequeña excepción para reflexionar brevemente
sobre la opción de salida de Grecia del euro. Desde hace semanas se nos taladra
tanto en la prensa del sistema como en la blogosfera con que Grecia sale,
Grecia no sale, Alemania dictamina, el Fmi sugiere, los griegos opinan y
blablablá. La prensa oficial se dedica a difundir el miedo del posible contagio
a otros países con escenarios más o menos catastróficos, mientras que los blogs
se tiñen directamente de tintes apocalípticos y anuncian con alegría la inminente
ruptura del euro como solución mágica a todo mal financiero.
Que el periodismo oficial sea
instrumento del sistema no me sorprende, pero que los blogs del periodismo
no-oficial, de información supuestamente independiente se suban al mismo carro
es preocupante. Es preocupante porque significa que la demagogia de las élites
ha llegado hasta ellos, convirtiéndolos
en medios de presión emocional y de catastrofismo. Me sorprende que no sepan ver
más allá de las proyecciones del holograma neoliberal.
Grecia no va a salir del euro,
las élites no lo van a permitir tan fácilmente porque ahora no les conviene. No
les conviene generar un grave foco de inestabilidad y de conflicto social,
porque, a pesar de haber matado la democracia, aún no han consolidado del todo
su tecnocracia oligárquica en el seno de la UE. Por mucho que los noveles dictadores del club
europeo, encabezados por Alemania y la heil Merkel, levanten la voz con
amenazas cada vez menos veladas hacia el país helénico, tienen demasiado que
perder si Atenas abandona el euro.
En realidad los neoliberales
con sus declaraciones diarias juegan a asustar a la gente y se sabe que una
población asustada es fácilmente manipulable; lo vamos viendo desde que
provocaron la crisis.
A pesar del mareo generado por
los medios oficiales y del catastrofismo proyectado por la blogosfera, la
realidad es que Grecia tiene muchas posibilidades de permanecer en la zona euro;
una vez que el juego de declaraciones atemorizadoras habrán atemorizado y una
vez que los mercados hayan especulado suficientemente como para asegurarse
lautas ganancias, se producirá una flexibilización de las duras condiciones
exigidas al país helénico para hacer frente a su deuda. Ya ocurrió en su momento con Portugal.
El problema en este caso no es
financiero, sino político. Bruselas está dominada por la élite financiera, por
los poderes neoliberales, y sus monigotes sentados en el parlamento solo
aceptarán un reajuste si es recomendado por auditores internacionales independientes, un
eufemismo que quiere decir tecnócratas.
Los siervos del neoliberalismo que
se ubican desde la derecha hasta la izquierda ligh no aceptarán ninguna
solución para Grecia que se pueda
interpretar como una respuesta positiva a las exigencias políticas de la izquierda
más radical griega, Syriza, el partido que se muestra más crítico frente al
rescate financiero y que ha obtenido buenos resultados en las últimas
elecciones, con la perspectiva de mejorarlos en las consultaciones de junio. La
élite sabe muy bien que está en juego la definitiva consolidación de su
liderazgo en Bruselas; por eso evitará con todos sus medios que en Europa la
izquierda se apunte una victoria ideológica. Una victoria política de la
izquierda griega ciertamente le daría oxigeno a las izquierdas europeas para que
resurjan de sus cenizas en otros países. Este es el verdadero contagio que teme
la élite, lo demás son puros juegos de manipulación.
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