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7 feb 2011

El Sol, energía de salud y bienestar

Es sabido que el Sol, nuestro astro, participa directamente con su energía en todo fenómeno vital que tiene lugar en la Tierra.

Su importancia es tan grande que en todas las cosmogonías el Sol es uno de los dioses mayores. Nuestros ancestros ya lo sabían y construyeron templos en su honor. Para la Energética el Sol no tiene ninguna connotación espiritual o religiosa; el Sol es una estrella, energía indispensable para el desarrollo de la vida.

Gracias a la sabiduría de los ancestros sabemos también que el Sol tiene un efecto benéfico sobre el organismo psicofísico, tanto que en la antigua Grecia o en Egipto, por ejemplo, se prescribían baños de sol a los enfermos, la helioterapia. Los templos de sus dioses de la medicina solían incorporar estancias orientadas al sur donde los enfermos se exponían a los rayos del Sol como parte de la sanación.

Los efectos beneficiosos para la salud del cuerpo y de la mente son numerosos, pero se resumen en un mayor nivel de bienestar. El Sol es importante para mantener un estado saludable ya que refuerza el sistema nervioso, el inmunitario, la resistencia física, la energía vital. Los rayos ultravioletas sintetizan la vitamina D, tan fundamental para la formación y mineralización ósea. Para los recién nacidos y para los niños es de primaria importancia recibir el abrazo del Sol; la energía del Sol favorece un sano desarrollo de su esqueleto. Ayuda a los ancianos con problemas de calcificación, como la osteoporosis. La luz solar incide sobre el estado de ánimo y la vitalidad emocional. Se sabe también que todas las células están en relación directa con el Sol y su luz ; en todas ellas hay luz y emiten su propia luz. Todas las células reciben información de la luz natural que actúa por lo tanto como regulador de la función celular.

Sobre todo si vivimos en la ciudad es muy importante tomar el Sol todo el año de 15 a 30 minutos al día, particularmente en aquellos periodos del año cuando hay menos luz. Muchos se levantan cuando aún no ha amanecido para ir al trabajo y salen que ya es de noche. Los niños están encerrados entre los colegios, las tareas extraescolares y los ordenadores. De esta manera casi todos se pasan el día sin ver la luz natural, acumulando graves carencias en sus organismos.

Una regular y correcta exposición a la luz solar evita estas carencias, favoreciendo ciertamente un mejor estado psicofísico. Si ya tenemos alguna dolencia, igualmente la exposición regular al Sol ayudará a sanarse, ya que el astro participa directamente al desarrollo de los fenómenos vitales.

La luz artificial no sustituye la luz solar; de hecho una prolongada exposición a la luz artificial provoca palidez, apatía, tendencia a la depresión, reducción de la energía vital y de la eficacia del sistema inmunitario, además de una tendencia a engordar. Está por lo tanto claro que hay que preferir la luz natural, ya que la luz artificial no es saludable.

Siguiendo el sentido común, en las épocas del año cuando las radiaciones solares son fuertes, como en verano, hay que preferir el alba, el tramonto o las horas menos calurosas para nuestros baños solares, ya que en estos momentos las radiaciones UV no son dañinas. Al revés, en invierno es mejor aprovechar las horas centrales. Los tiempos de absorción dependen de las exigencias de cada uno, pero como regla general una exposición de entre 15 y 30 minutos diarios en la ciudad es suficiente.

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