Cada principio de mes mi piso se llena de revistas y revistillas dedicadas a la salud natural, al crecimiento personal y, en general, al desarrollo espiritual del hombre. Su contenido me interesa relativamente, pero mi labor de investigador de la conciencia me obliga a estar al día y a mantenerme informado sobre lo que se cuece por aquellos submundos, submundos que hoy en día se parecen a supermercados en los cuales se ponen a la venta productos de todo tipo, algunos de los cuales de calidad discutible por no decir dañinos para la conciencia. A veces se me acumula el trabajo y leo estas revistas con cierto retraso, como ha pasado esta vez.
Normalmente me trago rápidamente la sopa mensual de obviedades y sigo con mis quehaceres, intentando sacar lo poco de bueno que encuentro entre tantos disparates. No pierdo el tiempo en opinar sobre lo inopinable, sin embargo esta vez he leído un editorial en la revista Universo Holístico que me obliga a hacer una seria reflexión. Se encuentra en el número 31, publicado en el mes de octubre.
Reproduzco parte del texto sin el permiso de la revista ni de su autora, que no tengo el placer de conocer. Ni el placer ni el interés. Reproduzco solo la parte que me ha empujado a escribir estas líneas.
Como excepción a nuestra línea editorial, en la que decidimos expresarnos como equipo y no escribir esta nota a nivel personal, esta que la redacta, se siente con el deber del AGRADECIMIENTO.
GRACIAS A TODOS por el enorme cariño con el que me he visto rodeada durante este mes a raíz de mi pulso con la vida, ese que me retó el 20 de agosto y del que salí victoriosa, al menos por esta vez…[…]
GRACIAS a la unidad de ICTUS de la planta 14 del Hospital Doce de Octubre, a todo el equipo, desde los neurólogos hasta los auxiliares de enfermería, que hicieron que mi estancia fuera lo más llevadera posible. Unos profesionales de primera línea que me aplicaron todos los avances que la ciencia pone a disposición para superar este tipo de afecciones. Y que consiguieron que lo superara con éxito. […]
El editorial sigue con más párrafos dedicados a agradecer y agradecer y lo firma Ana (Claret) miembro del equipo de la revista que, insisto, no tengo el placer de conocer.
Obviaré comentarios sobre los frecuentes errores de puntuación, como en el primer párrafo donde separa el sujeto del predicado verbal, y me centraré en lo que me ha llamado la atención, es decir el contenido del tercer párrafo donde Ana agradece a los integrantes de la planta 14 de la unidad de ictus del hospital doce de octubre. A diferencia de la autora del editorial, escribo el nombre del hospital en minúsculas ya que considero que los hospitales son instituciones minúsculas. En este párrafo entendemos que Ana el día 20 de agosto fue víctima de un ictus por el cual fue ingresada en el dichoso centro hospitalario.
Este agradecimiento no me provocaría el asombro que me genera si lo encontrara en el interior de una revista de medicina alopática o de ciencia, pero resulta que abre un número de Universo Holístico, revista gratuita de distribución natural dedicada a la salud natural, ecología, crecimiento personal y espiritualidad.
Las palabras de Ana se convierten por lo tanto en el paradigma de la hipocresía de mucha gente que se ocupa y promueve temas de salud natural. Esta gente escribe precisamente en revistas de salud natural, ecología, crecimiento personal y espiritualidad y cuando tiene un problema más serio que un resfriado corre al hospital y recurre a la ciencia, que es lo más antinatural que existe en la faz de la Tierra.
Ana agradece a los neurólogos, o sea a los médicos alopáticos, científicos, unos profesionales de primera línea que me aplicaron todos los avances que la ciencia pone a disposición para superar este tipo de afecciones. No contenta con su exaltación de los avances de la ciencia, Ana, después del enésimo error de puntuación, continúa sus alabanzas afirmando que consiguieron que lo superara (el ictus) con éxito. Ana nos dice que no fue ella, su energía, su conciencia, su lo que sea que le hizo superar la enfermedad, sino que fueron los médicos con sus avances. Escalofriante, incongruente, asombroso, considerando desde que páginas lanza sus agradecimientos. De hecho en el interior de la revista encontramos artículos sobre medicina psicosomática, homeopatía, antiterapia, drenaje linfático, flores de Bach, Reiki, Sanergia y muchos más métodos.
¿Qué le pasa entonces a la señora Ana Claret? ¿No utiliza los métodos de sanación que promueve? ¿Quizás no cree en ellos? ¿No se ocupa de espiritualidad? ¿Dónde han ido a parar la ecología o el crecimiento personal de los cuales habla su revista?
Llama al personal del hospital profesionales de primera línea, ¿qué significa? ¿Qué los profesionales no hospitalarios, los naturópatas por ejemplo, son de segunda línea?
Está declarando sin lugar a duda que la ciencia es la solución frente a graves problemas de salud. ¿Qué credibilidad le queda entonces con respecto a la salud natural?
Frente al miedo a la muerte la gente suele firmar un cheque en blanco a los verdugos de la ciencia, los profesionales de primera línea, pero que lo haga una redactora de una revista que habla de salud natural pues no tiene nombre. Mejor dicho lo tiene, pero soy todo un señor y prefiero callármelo.
Ana y todas las Anas del mundo por favor dejad de hacerle daño a la salud natural. Con este editorial demostráis vuestro sometimiento a la ciencia que es la negación total de lo natural. Mucha gente lee vuestras revistillas y seguirá vuestro nefasto ejemplo.
Ana y toda las Anas del mundo mejor que escribáis de ciencia y de las maravillas de los hospitales; de esta manera por lo menos vais a ser algo coherentes.
Ana y todas la Anas del mundo, vuestros cobardes agradecimientos favorecen solo la ciencia que con ellos crece y gana terreno a lo natural, lo natural de lo cual más que promotoras sois destructoras.
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