El debate entre los sostenedores y los detractores del fenómeno OVNI es uno de los que más enciende los foros y las tertulias en los medios de comunicación especializados en estos temas. Por un lado abducidos, contactados y testigos de avistamientos afirman su existencia; por el otro escépticos, científicos y pragmáticos niegan cualquier forma de vida evolucionada de origen extraterrestre.
Unos y otros se basan en sus propias vivencias; para los aducidos y compañía la experiencia es tan real que llegan a describir, por ejemplo, el interior de las naves espaciales con gran riqueza de detalles. Gracias a sus indicaciones los estudiosos del tema hasta han podido clasificar unas 57 razas de extraterrestres, desde los grises hasta los sirianos o los reptilianos. Los hay para todos los gustos: altos, bajos, humanoides o zoomorfos, con propósitos nobles, como los pleyadianos, o manipuladores como los annunaki.
En el otro plato de la balanza los escépticos proclaman que ni hay evidencia tangible ni pruebas fehacientes de la existencia de estos seres. No hay vida observable en el cinturón de Orión, ni tanto menos en Vega, Sirio u otros sistemas solares. Los abducidos no aportan pruebas científicas irrefutables; al contrario las pruebas, sobre todo fotos y videos de avistamientos, son desmontadas después de un atento análisis. Hay centenares de páginas web que se dedican a desvelar estos fraudes.
De hecho para los detractores del fenómeno OVNI no queda sino la fe para creer en los seres que vendrían de otro planeta, lo que es cierto en parte. O se cree en ellos o no se cree ya que no es posible demostrar su existencia.
He aquí servido el choque entre dos maneras de ver el mundo.
Hace años tuve la oportunidad de entrevistar en privado a un contactado por los grises altos, aquellos que serían una raza híbrida entre grises y humanos. Representan el siguiente paso evolutivo en la especie terrícola y son los responsables de la implantación de los chips en nuestros tiempo, ya que el chip les permite modificar la biología humana, además de ejercer el control sobre las mentes.
Este contactado me relató su experiencia, el relato de cómo él y unos compañeros habían visto de cerca al extraterrestre mientras hacían el servicio militar en una base por el norte. Enseguida me llamó la atención su actitud sincera; no dudé que los hechos descritos habían ocurrido de verdad para el joven soldado y sus camaradas. Se trata de un caso de de contacto de grupo cuando varias personas son testigos del mismo evento y que los detractores del fenómeno OVNI tildan de sugestión colectiva.
En aquella ocasión, igual que en la mayoría de veces que he entrevistado a abducidos y contactados, vi que no mienten: para ellos la experiencia es más real que la realidad misma y aportan cantidad de datos curiosísimos.
Entonces, más allá de la buena fe de los protagonistas de los encuentros, ¿existen los extraterrestres o son el producto de mentes fantasiosas? ¿Tienen razón los contactados o los escépticos?
La respuesta, como siempre, se encuentra en las realidades energéticas que nos dicen que ambos tienen razón y ambos no la tienen.
Primero hay que considerar que, si miramos la cuestión desde un punto de vista energético, el universo está lleno de energía extraterrestre. Los planetas del sistema solar, por ejemplo, o las estrellas de las galaxias emanan una vibración objetivamente extraterrestre. Si consideramos el fenómeno OVNI desde la energía, pues los extraterrestres existen, de manera que aparentemente tienen razón los abducidos.
Sin embargo no es así: los extraterrestres, los OVNIS existen pero no pertenecen al nivel energético de la materia densa. Son reales pero no tienen cuerpos físicos ni sus naves están hechas de extrañas ligas metálicas desconocidas. Existen sólo en el astral, esa dimensión energética donde las ideas adquieren un estado pre-material antes de densificarse. Por lo tanto, esta consideración les da también la razón a los detractores del fenómeno OVNI cuando afirman que no hay evidencia científica de su existencia y que no son reales. De hecho las naves espaciales y sus tripulantes afortunadamente para la especie humana aún no se densifican hasta la materia, aunque sí los encontramos en el astral más denso, esa porción del astral que a veces se solapa con las regiones de la materia, lo que explica, por cierto, porque alguna gente los ve y llega a creerse que son de carne y hueso.