Los desastres de la medicina convencional, la medicina alopática de la cual Occidente es tan orgulloso, son cada día más evidentes.
Desgraciadamente por un lado quien sufre estos desastres médicos no tiene valor de denunciarlos, por el otro los medios de comunicación no los dan a conocer a la opinión pública; la presión y el enorme poder económico de las farmacéuticas compra casi siempre el silencio de unos y otros. Si a esto le añadimos la complicidad de todos los gobiernos con el lobby farmacéutico, es fácil entender porque todos estos despropósitos de la medicina no se paran y castigan.
Los ejemplos son numerosísimos y tocan todos los sectores de la población, desde los niños hasta los adultos o los ancianos.

Claro, ¿qué van a decir? ¿Que lo sabían pero che los altos beneficios económicos obtenidos justifican uno que otro muerto?
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